TESTAMENTO DE RED HUGH O´DONNELL. Príncipe de Tyrconnell

Procedencia: Archivo General de Simancas , signatura : AGS,GYM,LEG, 596, 471

Agradecimiento por la Trancripción al español: Archivo General de Simancas. Julia Rodriguez y Carlos Carrascal.

Traducción al inglés: Claire McDonald

In Dei nomine, amen.

Sepan cuantos esta carta de testamento, última y postrimera voluntad, vieren como yo, el conde O’Donnell, irlandés, estando en la cama enfermo de mi cuerpo, de enfermedad que Dios Nuestro Señor me ha dado y sano de mi juicio y seso natural, tal cual a Dios Nuestro Señor le plugo de me dar, temiéndome de la muerte que es cosa natural a toda criatura viviente, creyendo como creo, como fiel y católico cristiano en todo aquello que tiene y cree la Santa Madre Iglesia de Roma, otorgo y conozco que hago y ordeno este mi testamento a loor y alabanza de Dios Nuestro Señor y de la gloriosa Virgen María, su madre, a quien yo tomo y tengo por mi Señora y abogada en todos mis hechos y la pido y suplico sea rogadora de mi ánima, la cual yo la encomiendo, y hago el dicho mi testamento en la manera siguiente:

Primeramente ofrezco mi ánima a mi Dios y Señor Jesucristo que la compró y redimió con su preciosa y bendita sangre, que me quiera perdonar y llevar a su santa gloria cuando él tuviere por bien. Amén.

Otrosí ofrezco el mi cuerpo a la tierra de que fue formado, el cual quiero y mando sea sepultado en la iglesia de San Francisco y en su monasterio de la ciudad de Valladolid.

Otrosí digo y declaro, ahora en el punto de la muerte, sin tener esperanza de volver al mundo, que tomo a Dios por testigo que no digo cosa aquí que sea contraria a la verdad. Dejo y nombro a mi hermano Don Rodrigo O’Donnell por mi heredero para que herede todos mis estados, tierras, señoríos y vasallos, que quiero que lo haya y herede, tenga y goce para ahora y para siempre jamás en aquella vía y forma que el derecho lugar a ello dé, que esta es mi voluntad.

Item dejo al dicho don Rodrigo, mi hermano, y Don Carlos, mi hermano menor, juntamente con toda mi herencia, a su Majestad para que les ampare y les haga merced.

Item declaro que tomo a Dios por testigo que no tenía el Rey Nuestro Señor en Irlanda y, según pienso, no tendrá tan leal y diligente servidor y que más a menudo aventurase su persona en el servicio de su Majestad como yo.

Ansí mismo declaro que la provincia de Conasia, que está en mi comarca, en el principio de esta guerra ha sido sujeta a la Reina hasta que yo la he devastado y conquistado, sin tener ayuda de ninguna persona de la provincia que tomase yo a sueldo. Los demás servicios que hice a su Majestad en todas las partes de Irlanda será largo contarlos aquí.

Item declaro que, entre los demás capítulos de nuestros conciertos, éste es uno: que todo el socorro, ayuda y merced que hiciese o enviase su Majestad al conde O’Neill y a mí que se repartiese en dos partes iguales y lo mismo sería entre nuestros herederos, atento que no había más preheminencia uno de lo otro, que quien tuviera más años paseando o andando juntos, andase a la mano derecha. Pido y suplico a su Majestad mantenga a mi hermano conforme a los dichos conciertos y, para que le tenga su Majestad más obligado, se sirva de darle alguna encomienda y, si le pareciere bien, ayudarle con algún entretenimiento.

Item declaro y digo que Don Remundo de Burgo, barón de Letrin, que ha venido acá en mi compañía, es caballero honrado y ha hecho servicios muy notables y por su valor y por saber que será de mucha importancia al servicio del Rey, encomiéndole a su Majestad dándole a entender que es digno de mucha merced y que se puede fiar de él.

Ansi mismo encomiendo a su Majestad al Padre fray Florencio Conrrio, mi confesor, y suplico le haga proveer de un obispado en Irlanda, aunque el Padre no le plazca. Tomar este cargo redundará esto al servicio de Dios y de su Majestad y al común bien de la tierra por ser hombre tan santo y de mucha experiencia e importancia para las cosas de allá. Encargo y suplico a su Majestad mande tomar su parecer en las cosas de Irlanda y digo que importará mucho al servicio de su Majestad enviar al dicho Padre bien presto a Irlanda por ser bien visto de todos aquellos señores y estiman su consejo mucho y cobrarán brio y ánimo con su llegada allí.

Así mismo encargo a Matheo de Tulio, mi secretario, que me ha servido con mucha lealtad, trabajo y diligencia. Encomiéndolo a su Majestad para que le haga merced y suplico se entienda por la merced que le hiciere lo mucho que habían de valer mis ruegos con su Majestad. Bien merece por grande que sea la merced. Aseguro yo que es leal al servicio de su Majestad y trata con verdad y sabe y tiene mucha noticia y experiencia en las cosas de Irlanda y por eso suplico a su Majestad mande oir su parecer en las cosas de allá que yo aseguro que no será engañada su Majestad en esto.

Así mismo suplico a su Majestad sea servido de enviar dinero y alguna gente a Irlanda al conde O’Neill y a mi hermano antes que lleguen allá las nuevas de mi muerte porque de otra manera serán perdidos porque, en llegando allá mis nuevas, todos andarán aprisa a hacer paces con los ingleses pues tenían toda su esperanza en el socorro que yo les había de llevar y para que cobren ánimo con las cartas de su Majestad y si el dinero llegase antes que mi muerte.

Así mismo declaro que un muchacho llamado Don Telasio es mi sobrino que está conmigo y los gentiles hombres y criados míos que están en La Coruña, suplico a su Majestad sea servido de darles mantenimiento hasta que hallen embarcación para ir donde mi hermano está.

Así mismo encargo y suplico a su Majestad sea servido de pagar la poca deuda que debo en España: cien ducados al general Pedro de Zubiaurre, otros cien ducados a un mercader irlandés llamado Nicolás Linch, que está en la ciudad de La Coruña y ochenta ducados a Duarte Ustasse, gentilhombre irlandés, que también está en La Coruña.

Así mismo suplico a su Majestad y le pido por merced que, atento que yo no tengo un real para que me digan algunas misas por mi ánima, después que Dios Nuestro Señor me haya llevado de este mundo al otro, mande su Majestad me entierren en el dicho monasterio de San Francisco de la ciudad de Valladolid y me entierren conforme a la calidad de mi persona y me digan las misas que su Majestad mandare, a quien suplico haga como tan cristiano buen rey y señor, que en sus reales manos dejo lo que en esto se ha de hacer.

En testimonio de lo cual lo otorgué, este dicho testamento, ante Domingo de Albiz, escribano del Rey Nuestro Señor, y de los testigos de yuso escritos en la villa de SIMANCAS a siete días del mes de septiembre de mil y seiscientos y dos años, siendo presentes por testigos: el Doctor Juan Nirran, irlandés, médico y Matheo de Tulio y Mauricio Ultaj y el padre Mauricio Ultano y Francisco de Aguilar, todos irlandeses, que sabían la lengua de ella y dijeron ser naturales de ella, estantes en esta dicha villa, los cuales en manos del presente escribano juraron en forma de derecho conocer al dicho conde O’Donnelll y que es el mismo contenido y del mismo nombre que está escrito aquí y firmó el dicho Señor Conde en el registro de su nombre.

Y porque yo, el dicho escribano, no entiendo ni sé la lengua irlandesa que es la que habla el propio otorgante para haber, leer e otorgar este dicho testamento, interpretó la dicha lengua en castellano Fray Florencio Conrrio, el cual le dio a entender al dicho otorgante todo lo contenido en el dicho testamento y por su interpretación se escribió y ordenó. Y los dichos testigos que así mismo saben la dicha lengua, so cargo del dicho juramento, declararon que interpretaba y declaraba el dicho intérprete todo lo que el dicho otorgante decía, que es lo mismo que contiene el dicho testamento.

Y así mismo fuero testigos: el licenciado Juan de Albiz y Juan Fernández de Cámara, criados de su Majestad, y Pedro de Montalbo, estante en la dicha villa, los cuales vieron firmar al dicho otorgante y así, antes que firmase el dicho intérprete, el dicho otorgante aunque comenzó a firmar por la gravedad del mal no firmó por no poder.

Testigo, Fray Florencio Conrrio. Ante mí, Domingo de Albiz.

 

Yo el dicho Domingo de Albiz, escribano del Rey Nuestro Señor y  público en todos sus los sus reinos y señoríos y vecino de la villa de Simancas, presente fui en uno con los dichos testigos y otorgante e intérprete al otorgamiento de este testamento y en fe de ello firmé y fice mi signo en testimonio de verdad

  1. (Firmado) Domingo de Albiz