15 Ene (Revista Grada).- El museo de la Emigración (Irish Emigration Museum) es una forma de entender el espíritu y el modo de vida irlandés, marcado en gran medida por esa dura lacra histórica que supuso los millones de personas que tuvieron que salir del país. Un decisivo capitulo en la historia de Irlanda que no deja de estar presente en el corazón de sus habitantes.
El museo de la Emigración (Irish Emigration Museum) es una forma de entender el espíritu y el modo de vida irlandés, marcado en gran medida por esa dura lacra histórica que supuso los millones de personas que tuvieron que salir del país. Un decisivo capitulo en la historia de Irlanda que no deja de estar presente en el corazón de sus habitantes.
Conocer el alma irlandesa es conocer su pasado, porque una parte importante de su historia es esta diáspora que el museo aborda y retrata magistralmente desde diferentes perspectivas, indagando en lo que supuso, tanto para los que emigraron como los que se quedaron.
Está situado en los Docklands de Dublín, cerca de la desembocadura del río Liffey, que tantas embarcaciones vio zarpar a tierras lejanas en busca de mejor vida. Quizá, la mejor de las ubicaciones.
Está dotado de los más flamantes y vanguardistas medios informáticos, fotográficos y visuales (pantallas táctiles, películas, módulos audiovisuales, videos sobre momentos importantes de la historia de Irlanda, audios remasterizados de casi cien años, experiencias interactivas, etc.). La tecnología se convierte en un aliado para que visitante tenga conciencia del sufrimiento que causó en millones de personas.
El conocido empresario Neville Isdell, alma mater y fundador del museo, cumplió el sueño de contar la historia de tan trágico episodio. Él fue uno de esos emigrantes que partió muy pequeño de su tierra natal, pero a Neville Isdell ni Irlanda la dejó ni él la olvidó.
Este museo es también una manera de dar vida a asombrosas e impactantes historias, muchas de ellas desgarradoras, a la vez que muestra el nombre de famosos personales (en las más diversas facetas: música, política, ciencia, deporte, cine…) que son descendientes de irlandeses.
No quiero olvidar un curioso ‘pasaporte’ que regalan al visitante nada más pagar la entrada al museo. En él se pueden estampar diferentes sellos que certifican su paso por cada galería. Un bonito recuerdo de nuestra estancia en el EPIC.
Conseguir documentar una diáspora de una manera tan fiel, logrando que el visitante se involucre en esta historia de tantos siglos, con todo tipo de efectos interactivos y explicaciones, no debió ser tarea sencilla. Es fácil intuir que hay un arduo trabajo tras este formidable resultado.
Los reconocimientos a este magnífico e impactante museo, nada convencional, no se han hecho esperar. Por citar algunos, ha sido elegida una de las atracciones turísticas líder en Europa en los World Travel Awards de 2019, 2020 y 2021.
Como experiencia museística es totalmente innovadora, tanto para la ciudad como para quien les escribe, y es, seguro, una de esas atracciones, en este caso cultural, que hay que visitar en Dublín.
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