11 Abr (ElPeriodico).- Los violentos choques ponen en relieve el malestar con Londres por la implantación de una frontera física por el Brexit que bloquean el comercio
Agencias / El Periódico, 11 Abr (ElPeriodico).-
Irlanda del Norte vive un momento de especial tensión. Las últimas ocho noches en Belfast han estado marcadas por fuertes disturbios entre manifestantes y la policía. Los incidentes en esta provincia bajo control británico son los peores en años y ponen en relieve el malestar de parte de la ciudadanía con Londres y con el primer ministro, Boris Johnson.
Desde hace más de una semana, las protestas han dejado decenas de heridos y detenidos y han llevado a todos los grandes partidos norirlandeses y británicos a pedir acabar con la violencia y pasar al diálogo político. ¿A qué se deben esos disturbios?
Inicialmente los participantes en las protestas eran en su mayoría unionistas y protestantes fieles a la corona británica pero luego se extendió a los barrios católicos republicanos, favorables a una reunificación de Irlanda.
En las filas unionistas hay enfado y la sensación de haber sido traicionados con el acuerdo del Brexit firmado entre Londres y la Unión Europea (UE), que pretende evitar, con disposiciones especiales, poner en cuestión la paz firmada en 1998 entre unionistas, mayoritariamente protestantes, y republicanos, mayoritariamente católicos. También se sienten traicionados porque en ese pacto el Gobierno británico acordó que Irlanda del Norte tuviera normas diferentes a las del resto del Reino Unido tras el Brexit.
Engañados por el Brexit
Para evitar el retorno de una frontera física entre la provincia británica y la República de Irlanda, miembro de la UE, se realizan controles en los puertos norirlandeses, algo que el ahora ‘premier’ Johnson prometió que no sucedería durante la campaña a favor de salir del club comunitario. Pero estos nuevos acuerdos interrumpen los suministros y son denunciados por los unionistas como una frontera de facto entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña.
A diferencia del resto del territorio británico, Irlanda del Norte sigue formando parte del mercado único europeo, una situación que ha llevado a separarla con pasos fronterizos que ralentizan el comercio. Grupos paramilitares lealistas anunciaron hace un mes la retirada de su apoyo al Acuerdo de Viernes Santo que puso fin en 2005 a la lucha armada como respuesta a esa frontera marítima, aunque remarcaron que su posición sigue siendo pacífica.
Para Katy Hayward, experta en el Brexit de la Queen’s University Belfast, tras restar importancia a este protocolo sobre Irlanda del Norte antes de que entrara en vigor el 1 de enero, Boris Johnson está pagando ahora el precio. “Ha tenido consecuencias. Hubo una falta de preparación por parte de las empresas para los nuevos controles, y una falta de preparación en el terreno en Irlanda del Norte de las implicaciones”, dijo a la AFP.
Funeral polémico
A la tensión por esa frontera también se suma el malestar por la decisión de no procesar a la veintena de líderes del partido izquierdista y republicano Sinn Féin por participar el año pasado junto a un centenar de personas en un funeral por Bobby Story, líder histórico del Ejército Republicano Irlandés (IRA), sin respetar las medidas de restricción por el covid-19. El acto contó con la presencia de la viceprimera ministra principal del Gobierno norirlandés, Michelle O’Neill, la actual líder de la formación, Mary Lou McDonald. La decisión ha irritado al otro gran partido norirlandés, el conservador Partido Unionista Democrático (DUP).
¿Solución política?
La UE señala que el primer ministro británico era muy consciente de estas consecuencias y que corresponde al gobierno británico resolver los problemas. Mientras la UE insiste en que el protocolo está aquí para quedarse, la líder del gobierno local, Arlene Foster, del Partido Unionista Democrático (DUP), pide que se elimine.
Muchos señalan con el dedo a Boris Johnson, que defendió una ruptura radical con la UE -una posición apoyada por el DUP-, lo que dejó poco margen para el compromiso después de que asumiera su cargo en Downing Street en julio de 2019.
En un debate de urgencia celebrado el jueves en la Asamblea de Irlanda del Norte, la ministra de Justicia norirlandesa, la centrista Naomi Long, denunció las promesas incumplidas del gobierno británico.
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