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Entre Belfast y Dublín

Cuando se firmaron los Acuerdos de Viernes Santo en 1998, Irlanda del Norte dejó atrás 30 años de troubles, de violencia entre partidarios del Reino Unido y partidarios de la República de Irlanda, entre unionistas y republicanos. En esos acuerdos se reconoce la posibilidad de que los católicos de Irlanda del Norte posean la nacionalidad irlandesa y propiciaron que los futbolistas norirlandeses pudieran representar a la República de Irlanda.

El nuevo siglo no traía buenas perspectivas para la selección norirlandesa, ya que sus talentos de educación cristiana podrían jugar en el sur y el equipo, que había experimentado una ligera mejoría en los 80 (participó en los Mundiales del 82 y 86), no parecía que fuera a levantar. Pese a todo, 18 años después, el fútbol norirlandés atraviesa una etapa dulce: la afición más animosa de la Eurocopa tiene a su equipo en octavos, ante otro equipo del Reino Unido, Gales (18.00, uefa.com).

 

Shane Duffy y James McClean son futbolistas norirlandeses (nacidos en Derry), católicos y participantes en la Eurocopa, pero no con Irlanda del Norte, sino con la República de Irlanda. «Como católico, no te sientes en casa en el equipo de Irlanda del Norte, cualquier católico mentiría si dijera que se siente cómodo viendo esas banderas y oyendo esas canciones», explicó McClean en una entrevista en EL PAÍS en 2012.

 

Cuando decidió representar a Irlanda, McClean recibió amenazas de muerte, la mayoría tras publicar un mensaje en Twitter cuando fue convocado por Trapattoni para la Euro 2012: «No podría sentirme más feliz y honrado por representar a mi país, no hay un sentimiento mejor». En ese momento, su entrenador en el Sunderland, Martin O?Neill, norirlandés, católico e internacional y capitán de Irlanda del Norte en los años 80, le recomendó dejar de usar Twitter. Desde 2013, O?Neill es el seleccionador de la República de Irlanda, el hombre que le ha dado a McClean la oportunidad de jugar esta Eurocopa.

 

McClean y Duffy no son los únicos que han sentido rechazo por representar a Irlanda del Norte siendo católicos. El caso más notorio es el del histórico jugador del Celtic de Glasgow Neil Lennon, norirlandés y católico, que decidió dejar la selección en 2002 después de recibir amenazas de muerte por parte de sus propios aficionados.

 

El entrenador de Irlanda del Norte, como su homónimo en el sur, también es católico, norirlandés, se apellida O?Neill, aunque de nombre Michael, y también fue internacional con su país. Es un activo de la campaña Football for All (Fútbol para todos), una iniciativa que lucha para que el fútbol de Irlanda del Norte actúe como un elemento cohesionador de la sociedad, para que la selección vuelva a tener católicos y para que los jóvenes no sientan el rechazo de su hinchada por su religión. «Conozco a todos y cada uno de los muchachos que tenemos, en parte porque quiero asegurarme de que se queden con nosotros y sigan jugando con Irlanda del Norte», explica Michael O?Neill.

 

La selección de Irlanda del Norte ha emprendido una cruzada: ser el motor de un cambio social, representar a la nueva Irlanda del Norte, el país que viene tras superar la violencia y la división. El mejor espejo en el que se puede mirar el fútbol es el rugby, donde no hay división, sino solo una Irlanda, integrada por católicos y protestantes, que representa a toda la isla.

 

La victoria del Brexit en el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea ha impulsado la posibilidad de la convocatoria de un referéndum sobre la unión de las dos Irlandas, aunque la ministra principal de Irlanda del Norte, Arlene Foster, ha dicho que nunca prosperaría.