7 May (Traveler).- Fue en la capital de Irlanda del Norte donde se construyó uno de los barcos más famosos de la historia. Más de un siglo después de su nacimiento y su trágico hundimiento durante su viaje inaugural, la memoria del RMS Titanic sigue muy viva en Belfast.
David Escribano, 7 May (Traveler).-
A finales del 2020, una empresa privada puso a la venta 54 billetes para formar parte de 6 expediciones submarinas que, entre mayo y septiembre de 2021, van a explorar los restos del naufragio del RMS Titanic, que aún reposan bajo las gélidas del Atlántico Norte, a unos 3.800 metros de profundidad. El precio de cada billete supera los 100.000 euros.
Para la mayoría de los mortales esa cifra resulta exageradamente elevada, por muchas veces que hayan llorado al ver cómo Jack Dawson (Leonardo Di Caprio) se soltaba de aquella plancha de madera que le unía a la vida y a su querida Rose (Kate Winslet).
Durante las últimas décadas, la capital de Irlanda del Norte ha sufrido una transformación muy considerable, dejando atrás su aspecto tosco e industrial para convertirse en una urbe en la que el arte y la modernidad han ido abriéndose paso a un ritmo trepidante.
Precisamente estos dos componentes van de la mano en la que, sin duda, es, desde su construcción en 2012, la atracción turística más importante de Belfast: Titanic Belfast
TITANIC BELFAST: EL MAYOR TRIBUTO MUNDIAL AL TITANIC
Las aguas del río Lagan fluyen grises, casi plateadas, entre los muelles sobre los que se alzaban los antiguos astilleros de Belfast. En aquel lugar en el que miles de trabajadores se deslomaban en interminables jornadas que hoy estarían prohibidas, la compañía Harland & Wolff se encargaba de diseñar y construir algunos de los buques más grandes y poderosos de la historia de la navegación, tanto civil como militar.
Uno de sus mejores clientes era White Star Line, la naviera británica que les encargó la creación del Titanic.
Hoy en día, justo donde se levantaban los enormes astilleros de Harland & Wolff, un llamativo edificio cuyos costados muestran cuatro enormes proas relucientes (cada una de la misma altura que la proa original del Titanic) alberga la mayor- y mejor – exposición mundial existente sobre el Titanic.
La calidad, variedad y cantidad de objetos de todo tipo relacionados con el famoso transatlántico es tan abrumadora que hace que el visitante se sienta transportado, por unas cuantas horas, al año 1912, para pasar a ser un pasajero más del buque más famoso del mundo. Eso sí, ahorrándose el triste final.
La exposición comienza con una perfecta ambientación diseñada para situar al pasajero en la Belfast industrial de principios del siglo XX. Tras mostrar la dureza de aquella vida, una sala contigua contiene los antiguos carteles publicitarios de White Star Line, que parecían destinados a crear esa necesidad de salir de la miseria para buscar mejor fortuna en la Tierra Prometida de la época: Estados Unidos.
Las siguientes salas muestran el complejo proceso de construcción del Titanic. Realmente bellas son las imágenes en blanco y negro que muestran a aquellos diseñadores y arquitectos volcados sobre los planos de aquel símbolo del lujo en altamar.
Más duras, e inseguras, eran las condiciones en las que trabajaban los soldadores, carpinteros, electricistas, fontaneros, herreros y demás profesionales que componían la fuerza de hasta 14.000 hombres que participaron, entre 1909 y 1912, en esta magnífica obra.
Esta parte se puede explorar gracias a un ascensor que lleva al pasajero a lo alto de una de las plataformas originales de construcción. En este punto, debe subir a una especie de vagoneta que recorre salas a escala real para descubrir recreaciones animadas de parte de las obras y objetos utilizados en ella.
Después, llega el momento de admirar el resultado de este milagro de la ingeniería naval.
La experiencia comienza presenciando el lugar exacto en el que el Titanic fue lanzado, por primera vez, a las aguas del Lagan. Tras esto, el recorrido continúa mostrando réplicas exactas de los camarotes de tercera, segunda y primera clase, así como del lujoso comedor y la sala de máquinas.
Para añadir algo más de realismo, si cabe, a la experiencia, unos espeluznantes hologramas muestran a gente, ataviada con sus trajes y vestidos de principios del siglo XX, conversando en los distintos camarotes y otras áreas del buque.
Sin embargo, no hay sala de exhibición más escalofriante en Titanic Belfast que la dedicada a toda la secuencia del hundimiento del Titanic aquella trágica noche del 14 al 15 de abril de 1912. En ella se pueden leer todos los mensajes intercambiados, mediante telégrafo, entre el transatlántico maldito y los otros buques de la zona.
En ellos queda clara constancia de los avisos que recibió el Titanic sobre la existencia de icebergs en la zona. No le dieron importancia. Al fin y al cabo, se encontraban a bordo del transatlántico más grande y seguro jamás creado.
Después llegarían los informes de daños y las continuas, y desesperadas, llamadas de socorro a las que tan solo el buque Carpathia puedo acudir dos horas después del hundimiento. Puede parecer que fue demasiado tarde, pero con su heroico acto, el capitán del Carpathia, Arthur Rostron, consiguió salvar la vida de 700 personas que fueron desembarcadas en Nueva York tres días más tarde.
Más de 1.500 almas, sin embargo, sucumbirían en las frías y oscuras aguas del Atlántico.
En esta sala apenas iluminada, también se recuerda a las víctimas. La atmósfera creada es tal, que los pasajeros del siglo XXI llegan a sentir la tragedia en su propia piel. No saben explicarlo, pero todos llegan con el corazón encogido a la gran sala de proyecciones en la que, como final de la experiencia, se muestran las imágenes del naufragio que fueron grabadas por los modernos submarinos enviados a remover en la tristeza de la fatalidad del destino.
UNA VISITA AL SS NOMADIC Y AL HMS CAROLINE
Con la entrada a Titanic Belfast también se puede visitar el SS Nomadic, un buque que fue botado, el 25 de abril de 1911 en Belfast, para servir de transbordador a los transatlánticos RMS Titanic y RMS Olympic.
Atracado junto al Titanic Belfast, tiene el gran honor de ser el último barco de White Star Line que queda en el mundo.
Restaurado a su gloria original y de regreso a casa en Belfast, una visita al SS Nomadic combina el legado y la atmósfera auténticos de este barco histórico con las intrigantes historias de sus pasajeros y los altibajos de su dramática carrera.
Por un suplemento adicional, merece la pena subir a bordo del HMS Caroline, un buque de guerra que es considerado un superviviente único de la Primera Guerra Mundial.
EL TITANIC QUARTER, UNA DE LAS ZONAS MÁS MODERNAS DE BELFAST
Durante las últimas décadas, los antiguos muelles de Belfast se han convertido en un lugar totalmente diferente. Titanic Quarter está englobado en la Milla Marítima (Maritime Mile) de Belfast. Recorrerla a pie o en bicicleta es la mejor opción para conocer el pasado marítimo e industrial de la ciudad.
Hoy en día, en el moderno Titanic Quarter encontrarás , además del Titanic Belfast, modernas viviendas, oficinas, estudios de cine (Titanic Studios fue la “casa” de la mítica serie de HBO, Juego de Tronos), cafeterías y restaurantes de diseño, y el SSE Arena, un enorme centro de eventos y conciertos con capacidad para 10.000 espectadores.
Por último, no hay mejor manera de acabar de sumergirse en esta increíble experiencia que pasando la noche en el Titanic Hotel Belfast. Recientemente, las antiguas oficinas de diseño de Harland & Wolff fueron restauradas para crear este precioso hotel boutique en el que se han respetado muchos elementos patrimoniales originales.
Y es que el espíritu del transatlántico más famoso de la historia sigue navegando por cada rincón de los muelles de Belfast. Imparable y poderoso, como siempre debió ser.
Titanic Belfast abre sus puertas de nuevo el próximo 27 de mayo. El Titanic Hotel Belfast hace lo propio el 24 de mayo.
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