Irlandés, en 1986 cambia de forma radical, se va a Escocia, emprende una búsqueda espiritual preguntándose lo que todos: cuál es el sentido de la vida. Pero hizo algo que no hacemos todos: convocar una conferencia internacional bajo el lema «Business for Life» para tratar de la crisis del sentido humano. Corría el año 1996.

Con esos mimbres, este cesto: era inevitable acercarse al mundo de la peregrinación, no solo a este finisterre medieval sino también de Nepal al Tíbet (la conocida ruta que remata en el monte Kailash). Ya entonces había hecho el Camino Francés, una experiencia que lo transformó. Recordaba él mismo: «Nos dirigimos en una furgoneta para viajar y durante ese año, 1987, tropecé con el Camino de Santiago por primera vez y sentí su acogedor abrazo».

Volvió al mundo jacobeo del que nunca se fue, publicó más guías (Inglés, Portugués, Fisterra-Muxía) mientras alababa tanto el albariño como el whisky irlandés. Y como dijo su hija Gemma al comunicar la noticia del fallecimiento, «mi padre siempre fue inflexible en que la muerte no era un final, sino el comienzo de la siguiente aventura, así que ahora está dando sus primeros pasos en su próxima gran peregrinación». Gracias, John, y que Deus te teña onde te ten.