24 Ene (El Comercio).- La abogada Julia López llegó a Dublín poco antes del confinamiento para trabajar en la asesoría jurídica de una empresa tecnológica
M. F. ANTUÑA ,24 Ene (El Comercio) Julia López Díaz (Gijón, 1992) es abogada especializada en propiedad intelectual y nuevas tecnologías. Formada en Oviedo, hizo un máster en Madrid y allí se quedó hasta la mudanza a Irlanda, en enero de 2020. «Después de varios años trabajando en el área de IPtech de un despacho de abogados en Madrid, buscaba un cambio profesional y, por casualidad, durante el proceso de selección para la asesoría jurídica interna de la sede española de una empresa tecnológica americana, me ofrecieron un puesto en Dublín», relata.
¿Y qué se ha encontrado allí? Una movilidad laboral constante que hace que los equipos de trabajo tengan poca estabilidad, un punto en contra entre otros muchos a favor como «la posibilidad de conciliar la vida personal y la profesional, las condiciones, los recursos y la formación constante a nuestra disposición».
Hay más razones para quedarse. Dublín es sede europea de numerosas empresas tecnológicas y tiene, por tanto, un ambiente «muy dinámico, joven e internacional». Y la oferta cultural, y en particular la musical, es otro punto fuerte, o al menos lo era antes de la covid, como lo es -o era- un aeropuerto con múltiples conexiones.
No le gusta tanto el clima: «Varía mucho en los distintos condados del país, pero en Dublín, más que la lluvia, son los constantes cambios. En un día, es muy habitual que salga el sol, llueva, granice y te lleve el viento varias veces. Y la humedad es constante».
Toca abrigarse y disfrutar de lo bueno que hay. «Irlanda tiene mucho que ofrecer desde un punto de vista turístico. Tanto en Dublín, que se puede visitar en un par de días, como en el resto del país, que está lleno de parajes naturales impresionantes como la Giant’s Causeway, los Cliffs de Moher o Connemara y castillos como the Rock of Cashel, que data del siglo XII, o la Abadía de Kylemore, que son impresionantes». Y, aunque las carreteras no son lo mejor del país, merece la pena animarse a conducir por la izquierda.
La pandemia no deja mucho margen para viajar en un país que fue de los más estrictos las navidades pasadas. «Aunque parezca increíble, los pubs llevan cerrados en Dublín desde el pasado marzo», relata. Pero ni siquiera en el nivel más estricto de vigilancia se ha impedido salir de casa, aunque sí hay limitaciones de 2 o 5 kilómetros de distancia al domicilio en función de la fase. «Aunque vivo en el centro de Dublín, hay muchos parques y zonas verdes o de paseo que he explotado muchísimo en la última temporada». También es cierto que el teletrabajo le ha permitido disfrutar de temporadas más largas de lo habitual en Gijón.
Desde Dublín ha estado muy pendiente de unas noticias de España que no eran halagüeñas, y desde allí ha alimentado las añoranzas habituales, esas que pasan irremediablemente por la familia y la comida. «No obstante, los puntos positivos de estar fuera de Asturias ganan a las cosas que añoro». De modo que, de momento, se queda: «En el corto plazo, quiero seguir en Irlanda y conocer el país en profundidad una vez que la pandemia lo permita y más a largo plazo volver a España, aunque, por desgracia, no a Asturias por la falta de posibilidades laborales en mi campo».
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