4 Oct (El Mundo).- “Puede que sea la única manera de proteger nuestro país y nuestra integridad territorial”, dijo el jefe negociador David Frost ante el Partido Conservador
CARLOS FRESNEDA, 4 Oct (El Mundo).-
En medio de la “tormenta de otoño” que acecha al país -con la triple crisis de suministros, de energía y del Covid- el Gobierno de Boris Johnson ha decidido volver a agitar la bandera del Protocolo de Irlanda y ha amenazado con una inminente renuncia unilateral al punto más controvertido del acuerdo del Brexit.
En un tono apremiante y ante la audiencia cautiva del Partido Conservador en Manchester, el jefe negociador David Frost proclamó “el fin del mal sueño de la pertenencia a la UE” y advirtió a Bruselas de la intención de su país de invocar el temido artículo 16 y renunciar unilateralmente al Protocolo.
“Puede que al final sea la única manera de proteger nuestro país, nuestro pueblo y nuestra integridad territorial, y de garantizar el proceso de paz y los beneficios de este gran Reino Unido unido al que todos pertenecemos”, declaró Frost ante cientos de militantes “tories”.
“No podemos esperar eternamente”, advirtió el hombre de confianza de Johnson para el Brexit. “Si no acordamos pronto una solución, necesitaremos actuar usando el artículo 16, que es un mecanismo de salvaguarda para hacer frente al impacto que el Protocolo está teniendo en Irlanda del Norte”.
El artículo 16 es efectivamente una cláusula que faculta, tanto al Reino Unido como a la Unión Europea, a pisar el freno ante “graves dificultades económicas, sociales o medioambientales que puedan persistir”. La UE fue de hecho la primera en amenazar con la invocación del fatídico artículo en medio de la crisis de las vacunas del Covid a primeros de año.
Una decisión así a estas alturas, al cabo de varios meses de intensas negociaciones para mitigar el impacto del Protocolo, sería interpretada por Bruselas como un intento de sabotear el acuerdo del Brexit y acabaría posiblemente en los tribunales.
El Protocolo crea lo más parecido a una aduana interior entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, precisamente para evitar la vuelta a la frontera “dura” dentro de la isla. A diferencia del resto del Reino Unido, Irlanda del Norte sigue alineada con el mercado único, lo que obliga a crear controles de la UE en Belfast y en otros puertos.
Londres ha acusado a Bruselas de ejercer esos controles con excesivo celo y de aplicar el Protocolo “con mano dura” y sin la flexibilidad necesaria para que funcione. Los empresarios norirlandeses han expresado sin embargo al Gobierno británico su temor a un impacto económico aún mayor con la renuncia efectiva al acuerdo sellado en su día con la UE (curiosamente, Irlanda del Norte ha escapado en la última semana a la crisis de suministros por falta de camioneros que ha provocado interminables colas en las gasolineras de Inglaterra).
Durante los primeros meses de entrada en vigor, el Protocolo se tradujo en “atascos” en las aduanas y problemas de suministro en los supermercados norirlandeses. Los partidos unionistas explotaron el malestar social, que estalló en abril pasado con los mayores enfrentamientos entre protestantes y católicos en las calles de Belfast en la última década.
Las cuatro fuerzas unionistas, capitaneadas por el Partido Democrático Unionista (DUP), sellaron la semana pasada una alianza pidiendo la derogación del Protocolo. El líder del DUP, Jeffrey Donaldson, ha amenazado con sacar a su partido del Gobierno de unidad y forzar una crisis política de imprevisibles consecuencias que podría acabar con elecciones anticipadas a finales de año.
Ante la creciente presión política, el Gobierno de Boris Johnson ha decidido urgir a la UE para que ponga sobre la mesa “propuestas ambiciosas” para renegociar el Protocolo en los próximos días. “Por lo que he oído, me preocupa que no tengamos una respuesta que nos permita introducir el cambio significativo que deseamos”, concluyó David Frost, que advirtió que el apoyo político y social al Protocolo “ha colapsado”.
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