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1905: Colón se queda en Valladolid. (El Norte de Castilla)

Enrique Berzal. El Norte de Castilla. 19-5-2020

Destinado inicialmente a La Habana, la pérdida de las colonias en 1898 hizo posible que el conjunto escultórico dedicado al descubridor de América permaneciera desde 1905 en la ciudad del Pisuerga, pese a las presiones de Sevilla

Queda pues decidido que el público en gran mayoría opta porque el monumento se coloque al final del Campo Grande, en la gran plaza de acceso a la Estación del Norte». Era el resultado de una encuesta impulsada por El Norte de Castilla en marzo de 1901. Se trataba de dirimir el lugar idóneo donde ubicar el monumento a Cristóbal Colón, proyectado por el genial escultor sevillano Antonio Susillo para emplazarlo en el Paseo Central de La Habana con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América (1892).

La historia de la estatua es también, en parte, la de aquella España finisecular: aunque Susillo falleció trágicamente en 1896 (se suicidó con apenas 39 años), el monumento fue fundido en bronce en París por los hermanos Thiebaut. Pero cuando se procedía a su embarque con destino al Parque Central de La Habana se produjo la rebelión de los independentistas cubanos; este hecho, y la posterior pérdida de la isla, en 1898, truncaron el destino proyectado. El monumento se dividió entonces en dos partes: las figuras de bronce, que quedaron en París y se exhibieron en la Exposición Universal de 1900, y los sillares del basamento, confinados en Pontevedra.

Al saber que regresaría a España, el Ayuntamiento de Sevilla no tardó en reivindicarlo. También la ciudad de Madrid, con objeto de ubicarlo en el Paseo de El Retiro.

Fue entonces cuando la opinión pública vallisoletana se hizo oír con fuerza en demanda de la estatua. No se trataba, además, de un evento novedoso en la ciudad, puesto que ya en 1864 las autoridades se habían planteado la posibilidad de erigir una lápida o monumento conmemorativo en honor del almirante.

El Norte de Castilla ostenta, a este respecto, un puesto de primer orden en la campaña de reivindicación del monumento. «Solo una ciudad cuyo nombre va unido al nombre de Colón, carece de un monumento que perpetúe su memoria en ella. Esta ciudad es Valladolid, donde murió Colón el 21 de mayo de 1506. Ningún sitio mejor para levantar ese monumento»: el artículo del decano de la prensa, que en realidad se hacía eco de otro de ‘El Correo’, apareció publicado el 20 de febrero de 1901.

«Valladolid, cuyo nombre va unido a Colón, carece de un monumento que perpetúe su memoria», afirmó El Norte de Castilla

No poco empeño puso también el industrial Marcos de la Fuente, entonces concejal del Ayuntamiento vallisoletano y hombre enamorado de todo lo relacionado con la gesta colombina, pues de su propio bolsillo se costeó numerosos viajes a Sevilla para hablar con la familia del propio Susillo.

La plaza antes de ser colocado el monumento al descubridor.
La plaza antes de ser colocado el monumento al descubridor.

Los esfuerzos dieron fruto y mientras el Consistorio nombraba una comisión para gestionar todo lo relacionado con este asunto, el 26 de febrero de 1901 se producía la noticia que muchos ansiaban: el Consejo de Ministros, «haciéndose cargo de la justicia de nuestra pretensión», había decidido conceder por unanimidad la estatua a esta ciudad. A pesar de las presiones sevillanas («la Comisión Sevillana que se encuentra en esta corte persiste en reclamar el monumento de Colón concedido a Valladolid, afirmando que ellos son los únicos con derecho a tenerlo», informaba El Norte el 14 de marzo), el ministro de Obras Públicas reiteró que mantendría la decisión a favor de Valladolid.

Enseguida proliferaron las opiniones con objeto de elegir el emplazamiento más adecuado; el «plebiscito popular» abierto por El Norte de Castilla arrojó 439 votos por «el final del Campo Grande», 151 por la Plaza Mayor, 110 por el lugar situado frente al templete de la música, 30 por la Plaza de Zorrilla y 83 por «varios sitios».

Un «plebiscito popular» abierto en el periódico dio la mayoría de apoyos a su colocación en el final del Campo Grande

La Comisión de Obras del Ayuntamiento, presidida por Alfredo Queipo de Llano, se pronunció finalmente a favor del «punto de unión de la carretera llamada Filipinos y la prolongación del Paseo Central del Campo Grande».

A partir de entonces, como ha escrito María Antonia Virgili, se abre un camino empedrado de dificultades de todo tipo, también económicas, que terminaron por retrasar la inauguración. Entre ellas, el importe a pagar a los herederos de Susillo por los sillares del pedestal, que en ese momento se encontraban en Pontevedra y cuyo valor sobrepasaba las 21.400 pesetas.

El conjunto escultórico en obras.
El conjunto escultórico en obras.

La carencia de fondos por parte del Consistorio explica que se llegara a plantear la necesidad de abrir una suscripción popular, y que incluso se aceptara la propuesta de vender diversos solares para costear la construcción del pedestal. La solución comenzó a vislumbrarse en 1902, año en que pudo sellarse el anhelado acuerdo con los herederos de Susillo, por el que el Ayuntamiento accedía a pagar 15.000 pesetas por los sillares. Un año entero duró el traslado de las diferentes piezas del monumento, tarea de la que se encargó el arquitecto municipal, Juan Agapito y Revilla.

El 13 de septiembre de 1903, aprovechando la primera visita oficial de Alfonso XIII a la ciudad, tuvo lugar la ceremonia de colocación de la primera piedra. Ofició el acto el cardenal Cos y recibieron al Rey y a sus hermanos el alcalde, Alfredo Queipo de Llano, y varios concejales.

La inauguración contó con la lectura de una memoria de las obras por parte del arquitecto municipal, Juan Agapito y Revilla

Dos años después, concretamente el 15 de septiembre de 1905, coincidiendo con el primer día de las ferias de Valladolid, se inauguraba definitivamente el monumento al descubridor de América. «En nombre del pueblo, la cortina roja gualda que cubría a Colón y la Fe caía al mismo tiempo que se disparaban cohetes y sonaba la Marcha Real», informaba el decano de la prensa.

La solemnidad del acto, que contó con la lectura de una memoria de las obras por parte del arquitecto municipal, Juan Agapito y Revilla, discurso del alcalde Antonio Bujedo y firma del acta por las autoridades que formaban la presidencia, incluyó también la actuación del Orfeón Pinciano, que interpretó el himno a Colón, con música de José Aparicio, director de dicha coral, y letra de Santiago Cernuda, redactor de El Norte de Castilla.

El monumento, de estructura piramidal, presenta en la base cuatro relieves con escenas de la vida del descubridor: explicando su proyecto a los frailes de la Rábida, la salida de Palos de la Frontera, la llegada a América y la recepción de los Reyes tras el descubrimiento. El siguiente cuerpo está formado por figuras dedicadas al Estudio, la Náutica, el Valor y la Historia; un globo terráqueo, con la frase «Non Plus Ultra» rota por la zarpa de un león, conduce al conjunto que corona el monumento: Colón, arrodillado y guiado por la Fe. Antes de ello destacan la figura de un águila de San Juan con el escudo de España y medallones con los Reyes Católicos.

Pirotecnia y música

El 15 de septiembre de 1905, primer día de las fiestas, se inauguró la estatua de Colón. El día 16 lo contó El Norte, que relató que inicialmente estaba tapada por una «cortina roja gualda» que cayó al tiempo que se disparaban cohetes y sonaba la ‘Marcha Real’.

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