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LOS HIJOS DE MILESIUS DE ESPAÑA ¿LEYENDA O REALIDAD?

El Libro de las Invasiones de Irlanda nos narra las sucesivas invasiones que sufrió la isla hasta la llegada desde España de los hijos de Milesius, antecesores de los irlandeses actuales. Pero ¿existieron estos hijos de Milesius?

Los milesios aparecen en el Leabhar Ghabhala como un pueblo de origen escita, que antes de arribar a Irlanda recorren diversos puntos del Mediterráneo. De sus aventuras y desventuras por Creta, Sicilia, Escitia, Egipto, y mas aun, de las correrías de estos celto-escitas  hermanados con el pueblo de Israel en su huida, no nos ocuparemos porque uno tiene la sensación de analizar “desvarios” eclesiales y del evemerismo cristiano.

El manuscrito, en lo que a la península ibérica se refiere, nos dice que El Clan de los Gaedhil, que toman su nombre del primer cabeza de tribu allá en la lejana Escitia; Gaedheal Glass, llegan a la península capitaneados por Brath. Aquí lidiaran con diversos pueblos, entre ellos los toisona, bachra y longbardaib, se harán con el control del territorio (supuestamente el Noroeste de la península), erigiéndose como capital de este reino Brigantia (dicen que La Coruña), y levantando una torre allí (se supone que la Torre de Hércules). El reino lo heredará Breoghan. El hijo de este, Golam, llamado Mil de España (“milidh”=guerrero) deberá  recuperar para su pueblo la hegemonía en la región, la cual se tambaleaba por nuevas luchas contra sus vecinos. Un sobrino de Mil, Ith, ve una luz desde la torre, se embarca para ver de qué se trata, llega a Irlanda, y es asesinado por los insulares quienes creen que pretende la misma. Para explicar este avistamiento de Irlanda desde Brigantia se acudió a Tácito interpretando y metiéndole mano a un mapa del geógrafo Agrippa (¿?). El supuesto mapa, en el friso de una puerta, era achatado, y se supone que según estaba hecho el “mapita” sería fácil el hecho de ver la isla. En resumen los Gaedhil de España para vengarlo parten para la isla y acaban conquistándola a los Tuatha de Danann.

Afrontar el análisis de la posible impronta histórica del relato de estos milesios encuentra varios obstáculos por el camino. Podemos encontrar autores que en sus investigaciones ponen al descubierto similitudes culturales (arte, religión, instituciones marciales, etc), como también lingüísticas (en la hidronimia y toponimia), entre pueblos del este europeo (escitas, tracios, ilirios, caucásicos, iranios, etc) con los pueblos de iberia y los pictos  (las comparaciones entre pictos y escitas son abundantes). Wattenberg p.e. e sus investigaciones acerca de Numancia nos muestra los parecidos entre el arte numantino y el de los escitas. También vemos a autores antiguos como Estrabon nombrar indistintamente celtíberos o celtoescitas, aunque también es verdad que el término escita parece que era casi un término “comodín” para definir a todos los pueblos bárbaros  de los que tenían fe los griegos y romanos.

Esta hermandad entre este-oeste (refiriéndonos a las similitudes entre los celtíberos con pueblos del este) se podría explicar de esta forma: en su desplazamiento este-oeste los proto-celtas llegan hasta Iberia (Keltiké), lo bastante tarde como para que su idioma se considere céltico, pero lo suficientemente temprano para que este idioma se desarrolle aparte, muy desligado de las innovaciones de la Celtia continental, conservando muchos arcaísmos, y conservando la cultura de este pueblo (celtíberos) una mayor raíz oriental. Pero aunque abunden las comparaciones entre estos celtoescitas ibéricos (quienes ocupan Irlanda) con los escitas que quedan hacia el este, no se puede decir lo mismo respecto a los irlandeses; y si algún autor se ha puesto a ello (comparar gaélicos y escitas), se me escapa.

La similitud lingüística entre los celtas de Iberia y los gaélicos de Irlanda también a servido a muchos para defender la raíz histórica del mito “milesio” (serían estos quienes llevan el gaélico a la isla). La conservación del arcaismo “k” (antes “kw”) en ambos pueblos ha sido el mayor punto de apoyo, pero las diferencias entre ambas lenguas son también suficientes como para ver el gaélico irlandés como “independiente”, no evolucionado del celta peninsular. Además este arcaísmo, como hemos visto antes, se puede explicar también por el alejamiento respecto al territorio donde se origina la innovación que desemboca en la sustitución de “k” por “p” (britano, galés y manx). No hace falta acudir a tesis invasionistas (sin rechazarlas). También hay itálicos “k” (latinos p.e.), y  “p” (oscos o umbros); lo que también viene a apoyar el que el mantenimiento de la “k” se da por la marginalidad de la situación de estos pueblos respecto al lugar desde donde se desliga el posible tronco común celto-italiota. Hay que añadir que al referirnos a celtas de Iberia e Irlanda estamos haciendo hincapié en celtíberos y gaélicos, hablantes de celta “k”, y no a las posteriores oleadas célticas y latenienses. Añadir también que tanto en Irlanda como en Iberia había comunidades celtas hablantes de “p”; como a ambos lados del Canal de la Mancha hablantes de “k”.

Si los milesios (Gaedhil) son celtas hablantes de “k” que tras lograr el control sobre el territorio del noroeste peninsular parten hacia la conquista de Irlanda, las dos primeras fechas para su llegada que hemos ofrecido debieran rechazarse. Con lo que sabemos veríamos en estos Gaedhil a celtíberos en su expansión hacia el norte y oeste desde su territorio nuclear (tierras altas del Sistema Ibérico y los rebordes orientales de la meseta), de hecho hasta fechas posteriores los primeros grupos célticos que van llegando al resto de la península, a toda la meseta y la fachada atlántica (desde la Serranía de Ronda hasta Galicia), son celtíberos vertebrados a través de los grandes ríos peninsulares. Con esto no rechazamos que en fechas cercanas, o fruto de la misma oleada, grupos célticos “k” tomaran en principio otra dirección que la que lleva a los celtíberos a lo que será  su territorio primitivo. Pero esta expansión celtíbera o “celtizaciónceltiberización” peninsular comienza hacia el siglo VI a.c. . De este modo, en fechas anteriores al siglo VI a.c. no vamos a encontrarnos con ningunas gentes célticas avanzando hacia el oeste y disputando el territorio a los pueblos arios y proto-indoeuropeos  de la región. La fecha dada del siglo V a.c. sería mas lógica para este “acontecimiento”, es una época de nuevo empuje celta en la península, y encaja con el hecho de que hay que esperar al periodo lateniense para hallar huellas célticas en las islas británicas, al menos Hallstatt no deja huella (tampoco hay mucho rastro hallstático en la península), pero la falta de información de mano de historiadores o etnólogos en esos tiempos, al respecto de un hecho tal como ese, resulta bastante sospechoso.

Lo mas simple es ver a los gaélicos como fruto de un proceso mas o menos análogo al que desemboca en la aparición del pueblo celtíbero, es decir, ambos serían fruto de la mas temprana separación (para muchos investigadores 1200 a.c. es una “buena” fecha) del tronco celta común, y ya en sus marginales territorios, avanzarían “sin mirar” hacia el resto de la Céltica.

UNA PERSPECTIVA HISTORICA DE LOS ACONTECIMIENTOS

¿Hay algo de historia tras esta leyenda? Puede ser. Históricamente sabemos que el transito naval y comercial entre la península y las islas británicas existía ya en la era del Bronce Atlántico. También hay pruebas, desde el punto de vista lingüístico, de que el gaélico irlandés pertenecía a la misma familia lingüística que las lenguas prerromanas del norte de España, diferenciándose del galés o del córnico, pertenecientes a la rama bretona de la lengua céltica.

Los siglos IV y III a. C. marcaron el punto álgido del poder celta en Europa. En esos años, una gran cantidad de tribus recorrieron Europa de Oeste a Este, invadiendo y saqueando Roma y Delfos, hasta llegar a Asia Menor. Estos celtas de oriente fueron llamados galatas por sus vecinos griegos y, dada su gran habilidad como guerreros, fueron contratados como mercenarios por las potencias locales, para las que luchaban. En el año 331 a. C., los galatas fueron derrotados por Atalo de Pergamo, viéndose obligados a huir de su tierra. ¿Seria factible que se encaminaran hacia la península Ibérica? Una vez aquí, y ya que eran un pueblo muy entrenado en la guerra y con un armamento muy superior al de la población indígena, no tendrían muchos problemas en hacerse con el poder.

En cuanto a su forma de llegar a Irlanda, no es descabellado pensar que conocieran la existencia de Irlanda a través de los contactos comerciales. Presionados quizá por la necesidad, o simplemente por su afán migratorio, pudieron fácilmente alcanzar las costas de Irlanda y tomar el poder. Por aquel entonces, la isla estaba habitada por los Tuatha de Dannan, que habían invadido Irlanda años antes. Estos Tuatha, descritos como seres de gran belleza, podían muy bien haber tenido un origen germánico.

Nuevamente, los milesios hicieron valer su superioridad militar para barrer a los Tuatha. Esto se vio facilitado por el hecho de que, debido al aislamiento de la isla, sus habitantes vivían todavía en plena Edad de Bronce, con lo que sus armas eran mucho más débiles que las de los invasores.

Los Tuatha serían desplazados de las mejores tierras a favor de los gaélicos, teniendo que instalarse en las zonas más pobres, pero también más bellas de Irlanda, en la provincia histórica de Connacht, donde muchos irlandeses tendrían que asentarse siglos después durante las invasiones británicas.

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